martes, 27 de noviembre de 2007



HOMENAJE A MARCELINO CAMACHO

"Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar!. Marcelino Camacho era el mismo de siempre. El luchador incansable, el capitán del barco de Comisiones Obreras, el impenitente defensor de las libertades sidicales en la noche negra del franquismo y aún después. Marcelino Camacho no ha cambiado. La proclama que pronunció al salir de Carabanchel vive aún. Muchos todavía recordamos el acto que tuvo lugar en el Juan XXIII de Córdoba, con la calle abarrotada, recien salido de prisión.

Nada le ha movido. Ayer él mismo lo decía en el colofón del emotivo homenaje que instituciones, partidos, empresarios, artistas, obreros, camaradas en fin, le dedicaron. " La lucha por la libertad, la democracia y la igualdad siguen siendo imprescindibles", clamó el viejo maestro de sindicalistas. Casi 90 años de temple.

En el escenario del Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid -rojo, rojísimo, como siempre dijo de sí mismo- le escolataba Josefina. Josefina Samper, su compañero de siempre, ejemplo de "esas mujeres rojas que han sido capaces de duplicar la capacidad de entrega y esperanza de sus hombres", como sintetizó un vibrante Gaspar Llamazares.

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